miércoles, 8 de junio de 2011

EL PERDÓN ES TAN INSUSTANCIAL COMO LA OFENSA.

Seguramente es una de las enseñanzas adjudicadas al Buda transcrita inumerables veces, pero que conlleva la esencia del aprendizaje que no puede ser contenida tan sólo en la estrechés de las palabras.


El Buda estaba sentado bajo un árbol hablando con sus discípulos cuando un hombre se acercó, y sin más, escupió en su rostro. Él se limpió y en seguida le preguntó al hombre: "¿Qué sigue? ¿Qué quieres decir a continuación?"  
El hombre estaba algo confuso porque no esperaba que cuando escupiera en la cara de alguien, éste le preguntara: "¿Qué sigue?" No había tenido una experiencia como ésta en el pasado. Había insultado a muchas personas antes, y éstas habían reaccionado con enojo contra él; o con debilidad, sonriendo condescendientemente. Pero el Buda no estaba enojado ni ofendido, y no mostraba debilidad ni cobardía; sino que con toda naturalidad dijo: "¿Qué sigue?" No hubo otra reacción de su parte.
Los discípulos, en cambio, se mostraron enojados, a lo que Buda les dijo: "Guarden silencio. Este hombre no me ha ofendido. Seguramente ha escuchado cosas sobre mi y se ha formado una idea, una noción de mi que lo ha motivado a esto. El no ha escupido en mi, ha escupido en su noción, en su idea de mi. Realmente no me conoce, por tanto ¿Cómo pudo haber escupido en mi?"
"Si piensan en esto profundamente" Continuó el Buda "El ha escupido en su propia mente. No soy parte de ella, y lo que puedo ver es que este hombre debe tener algo más que decir, porque escupir es una forma de decir algo. Hay momentos en que sientes que el lenguaje es insuficiente: en el amor profundo, en la intensidad del enojo, en el odio, en la plegaria. Hay momentos intensos en que el lenguaje es impotente. Entonces tienes que hacer algo. Cuando estás enojado, intensamente enojado, golpeas a alguien, escupes en él, y estás diciendo algo. Puedo entenderlo. El debe tener algo más que decir, por lo que le he preguntado: ¿Qué sigue?"
El hombre estaba aún más confundido y decidió regresar a casa. Esa noche no pudo dormir. Cuando ves a un Buda es difícil, o imposible, dormir de la manera en como lo hacías antes. Estaba pasmado por la experiencia, y no pudo explicarse que ocurrió. Nunca antes se había topado con un hombre así. Había deshecho su mente, sus pautas y patrones, todo su pasado.
A la mañana siguiente volvió a donde el Buda y se arrojo a sus pies. Y Buda le preguntó de nuevo: "¿Qué sigue? Esto también es una forma de decir algo que no puede decirse con el lenguaje. Al venir y tocar mis pies estás diciendo algo que no puede ser dicho ordinariamente, por lo que las palabras son un poco estrechas y no pueden contenerlo."
El hombre miró al Buda y dijo: "Perdóname por lo que hice ayer"
El Buda dijo: "¿Perdonar? Pero si no soy el mismo hombre a quien se lo hiciste. El Ganges fluye, no es el mismo río nunca, aunque le llamemos igual. Cada hombre es un río. El hombre a quien escupiste encima no esta más aquí; me veo como él, pero no soy el mismo. Muchas cosas han pasado en estas veinticuatro horas. El río ha fluido tanto. Así que no puedo perdonarte porque no tengo resentimientos contra ti."
"Tu también has fluido, eres nuevo" Continuó el Buda "Puedo ver que no eres el mismo hombre que vino ayer, porque ese hombre estaba enojado y escupió, mientras que tu estás postrado a mis pies y tocándolos. ¿Cómo puedes ser el mismo hombre? No eres el mismo hombre, así que olvidémoslo. Esas dos personas, el hombre que escupió y el hombre a quien escupió, no son más las mismas. Hablemos de otra cosa."

1 comentario:

  1. Como dicen, si no lo tomas, no te pertenece.
    Algo que deja mucho para aprender no a perdonar, sino a poder ver más allá de las palabras o acciones... atrás de todo eso hay un ser.
    Gracias!

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